Depresión posparto – Carta de una mamá


Hoy quiero compartir con vosotros, una carta que escribió hace unos días una de mis pacientes, sufría depresión posparto.Una gran luchadora que acababa de tener a su bebe y en lugar de encontrarse muy feliz se sentía muy triste.Afortunadamente, tras acudir a mi consulta a tiempo, hoy está dada de alta y disfruta enormemente de su pequeño y de su familia.Estoy muy orgullosa de ti y espero que tus palabras ayuden a muchas mujeres que están pasando por lo mismo.Un abrazo a tod@s!!!

“SE PASA, TRANQUILA, QUE SE PASA”.

Había conseguido todo lo que en la vida había deseado. En el último año todos mis sueños se habían cumplido: me había casado, con una boda maravillosa y una luna de miel inolvidable, había aprobado las oposiciones después de años de esfuerzo y ESTABA EMBARAZADA, radiante y feliz luciendo orgullosa mi bonita tripa.
El día antes de nacer mi hijo compramos la casa de nuestros sueños. Todo era perfecto.
Y llegó él, llenando a toda la familia de una inmensa felicidad, a todos menos a mí, porque los días iban pasando y lo que debería ser el mejor periodo de mi vida cada día se iba haciendo más y más difícil, ¿qué me pasaba? ¿no era este proyecto de familia lo que yo más había deseado? ¿qué me ocurre?.
Las dudas, preocupaciones, agobios, miedos y ansiedad crecían por día que pasaba, “¿soy una mala madre?”, me preguntaba, y lo peor es que la respuesta era que si. El sentimiento de culpa era también cada vez mayor, cada día me sentía peor y peor, y no entendía nada.
Llegaron las navidades y cuanto más felices eran todos y más regalos recibía el bebé mayor era mi agobio, y más y más. Pensé que me estaba volviendo loca, y pensé que iba a quedarme así el resto de mi vida, que arruinaría a mi familia y que tiraría a la basura todo lo que había conseguido.
Y toqué fondo. Me pasé dos días en la cama a oscuras y sin querer saber nada de lo que pasaba fuera de mi habitación. Era incapaz de salir, era incapaz de vestirme, de estar de pie, y por supuesto, incapaz de cuidad a mi hijo. Insisto, pensaba que me había vuelto loca y que nunca iba a recuperarme. Más culpa, más ansiedad.
Fueron los días más duros de mi vida. Todos me decían que eso se pasaría pero no podía creerlos. Hubo que pedir socorro. Mi marido y mi familia fueron los primeros. Después empecé con el tratamiento médico y con las visitas a la psicóloga. Los primeros días no notaba mejoría y eso me preocupaba mucho. Pero los días y las semanas pasaron, y cada día era capaz de más. “Hoy he podido vestirme y además he puesto una lavadora” le decía orgullosa a mi marido quien, expectante, aplaudía mis tímidos logros. ¿Cómo cosas normales se me habían hecho imposibles? Y así, cada día, con muchísimo esfuerzo, conseguía más cosas: salir a pasear, cocinar, coger un autobús… La vida iba dejando de ser tan difícil como había sido.
Hoy por hoy, como cualquier madre del mundo, soy capaz de consolar al bebé mientras hablo por teléfono y preparo la comida. Mi hijo acaba de cumplir tres meses, le quiero, y me gustaría que el tiempo se parara para no dejar de disfrutar de este momento.
He escalado desde el fondo del hoyo hasta la cima de la montaña. Gracias a todos los que me habéis ayudado.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *